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fuente: POLOVERDE ART

El fraude de Keiko Fujimori y otras leguleyadas

A propósito del abuso del derecho para retrasar la proclamación de Pedro Castillo

Publicado: 2021-07-18

Todos los que hemos estudiado derecho, sabemos que ser leguleyo es ofensivo, se trata de mal utilizar recursos legales para impedir la búsqueda de la verdad, de la justicia. Un acto así, se esperaría de un abogadillo dedicado a tramitar multas de tránsito. En el Jirón Camana, donde tantas veces he caminado, se escucha con regularidad: "Impugnaciones, trámites, medidas cautelares". En nuestro sistema de justicia estas cosas existen y se conviven con ellas, no nos es extraño.

La gran diferencia, es que esta vez tenemos de leguleyos a los que se supone son los mejores estudios de abogados del país. Hace no mucho, corría en Twitter una lista de abogados que ofrecían sus servicios como aporte de campaña, según ellos, era para salvar la democracia que estaba en riesgo, y que solo se trataban de ejercer el derecho de defensa que tiene toda persona. Esa narrativa se acabó hace varias semanas, pero las leguleyadas continuaron.

Ellos saben que no van a ganar, saben que incluso aceptando sus postulados de fraude en mesa no se puede revertir los resultados de la segunda vuelta electoral, pero persisten. ¿Por qué? El objetivo es retrasar la proclamación de Pedro Castillo, evitar la transferencia de gobierno y desestabilizar el labor del Jurado Nacional de Elecciones. Pasan las semanas y hasta los más entusiastas fanáticos del Fujimorismo han entendido que les toca ser oposición, todos menos Keiko.

Keiko Fujimori es un rehén de la derecha más rancia del Perú, no la dejan capitular. Afirmo esto, principalmente, porque ninguna persona medianamente inteligente podría diseñar su táctica en torno a argumentos tan débiles, como la revisión de firmas. Yo creo que ella quiere dejar todo y escaparse, pero hay fuerzas que la detienen, le exigen que siga luchando. Les debe muchos favores y su vida depende de ello, al menos su libertad.

Entre tanto, tenemos a un país polarizado, entre los que prefieren fantasear con el fraude y los que festejan la victoria. A ambos sectores les digo, cuidado. Que Pedro Castillo sea presidente no es garantía de un gobierno de izquierda, ni siquiera de un gobierno de centro. Los que conocemos al profesor, sabemos que es un sindicalista que grita lo que exige la masa: ¡Aumento de salario! ¡Nombramiento! ¡Intervención de la Derrama Magisterial!

Si la masa pidiera la repartición de los fondos internacionales a los trabajadores, seguramente él también lo pediría. Aquí hay un problema, un problemón, mejor dicho. Si un dirigente sindical pide aumento de salario, no solo lo comprendo, sino lo respaldo. Es ese su rol, exigir y tutelar los derechos de sus agremiados. Al ministro de economía le toca pronunciarse y ofrecer una salida, así funciona la política desde la aparición de los sindicatos.

El gran problema, es que el Sr. Castillo no postula a dirigente sindical, va ser presidente, designará a los ministros, afrontará la tercera ola de la pandemia y la crisis económica en ciernes que nos deja los periodos de confinamiento. ¿Hemos elegido un agitador o un estadista? Espero que lo segundo, rápidamente debemos sacudir su cabeza para que asuma su puesto. No nos interesa que ofrezca aumento de presupuesto, nos interesa que nos señale como va hacerlo.

Él sabe de sus limitaciones, esa es la parte positiva de la historia, pero no basta dejarse asesorar, también se requiere elegir con sabiduría a su equipo. Hasta el momento, ha dado señales de ser un liderazgo carismático, alejado de las artes del gobierno, revestido de improvisación. ¡Oh, que horror, un presidente advenedizo, mejor hagamos un golpe de estado! No señoritos, tenemos casi 3 décadas de presidentes patéticos (quizá 200 años), no por eso vamos a llamar a los tanques.

Lo que toca a todo peruano de bien, es empujar el carro hacia el buen gobierno, un gabinete que mantenga buenas relaciones con el Congreso y operadores en las regiones que mantengan el contacto con las bases sociales que lo acompañaron durante la campaña, si sale mal el plan A con el Congreso, se tendrá que recurrir a la calle. Lamentablemente, nada de esto se viene organizando.

Yo he conversado con Pedro Castillo, hemos conversado con su equipo técnico, hay buena intención y mucho desorden, nada raro en la política peruana, pero usualmente estos vicios acaban cuando un partido gana las elecciones. De entonces hacia adelante una organización política se prepara para el gobierno y toma decisiones, pero eso no viene ocurriendo. Pareciera que Hernando de Soto está más cerca de lo que parece.

El Bicentenario se acerca y a su llegada, queda expuesta la precariedad de la República. La derecha que denomino empresarial, ya cerró filas con Castillo, ya conversaron y fijaron reglas de juego. La derecha más rancia, muy cercana al fascismo, se niega a la derrota y prefiere una bomba en Lima que ver juramentar a Castillo. No es una sorpresa que esta gente amante de la violencia aparezca en tiempos difíciles.

Les cuento una historia que les será útil para efectos didácticos. Hace muchos años, varios pueblos decidieron organizar una República basada en la teoría marxista, un experimento que se convirtió en potencia mundial. Obviamente, no podían dejar avanzar ese barco de estrella roja, su ejemplo podía inspirar a otros pueblos del mundo. Había que reprimirlo con rapidez. ¿Quién sería el llamado a incendiar su capital? El señor de bigote recortado, Adolf Hitler. El nazismo nace como respuesta a la expansión comunista.

Cuando las contradicciones se agudizan, no es extraño ver organizaciones fascistas, es la forma que tiene la derecha de protegerse, de velar por sus intereses. Siempre con cobardía, porque no van ellos ni envían a sus hijos, prefieren financiar a sus soldados, en este caso periodistas, colectivos, organizaciones sociales, etc. Aquí están los gérmenes de la violencia, advierto que recién esta comenzando y dependerá del nuevo gobierno apaciguarlas.

De Keiko Fujimori, podemos entender su desesperación, es una mujer atrapada en la política que sabe la devolverá a la cárcel, su familia con suerte podrá rehacer su vida fuera del país. De Pedro Castillo, sabemos que gobernará sin la radicalidad que ofreció en campaña, no por falta de convencimiento, sino de operatividad. No tiene el partido, los cuadros, ni la claridad para hacer algo así. Salvo la asistencia internacional podría revertir esta situación.

Entre tanto, millones de peruanos todavía no entendemos la necesidad de la actuación política, que su ciudadanía no acaba con el voto, que informarse no es leer un periódico. Esa pasividad nos costará 70 mil muertos más en la tercera ola, que quizá sean sus familiares o quizá los míos. La política es el único instrumento de desarrollo de un país, el que no lo entienda así, es responsable junto a la clase dominante del desastre económico y sanitario.

No te voy a decir pon el hombro, te voy a decir pon la cabeza. Piensa, que un Nuevo Perú es posible.


Escrito por

Marco Jeanpaul Apaza Gonzales

Laboralista de la UPC. Columnista de PoliTeknik International. Dirigente de la FEP.


Publicado en

Edificio República

Este espacio esta completamente parcializado y no es objetivo.