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fuente: Centro Cultural de la PUCP

La Segunda Independencia

A propósito del Bicentenario de la República.

Publicado: 2021-07-27

Mañana cumplimos 200 años de República, se despliegan símbolos patrios por todos lados anunciando las celebraciones por la llegada del Bicentenario. Entre tumbos el presidente Castillo busca conformar su gabinete, el perfil de Cerrón lo hace luchar por el poder hasta el final, pese a que es una tierna agonía. Así llegamos al Bicentenario, con un presidente bien intencionado, de baja o nula preparación como mandatario, cuyo surgimiento es fruto de la pandemia.

Así vamos a llegar a la celebración máxima del Perú. En teoría se celebra la libertad, los actos heroicos de nuestros próceres, mártires y héroes, que arrojando su vida por la Patria, forjaron la libertad de la que hoy gozamos. Ese sería el discurso oficial que se daría en un colegio estatal, nada más lejos de la realidad. Llegamos al Bicentenario para partir de nuevo, parafraseando a Mariátegui. Hay poco que celebrar y mucho que reflexionar, esta sería la principal excusa para festejar.

¿Qué es la Independencia? Todos tenemos nociones de los hechos ocurridos entre 1821 y 1824, en el colegio nos lo han repetido hasta la saciedad. La gran pregunta es, ¿realmente sabemos a dónde se va con todo eso? La historia oficial presenta una República gloriosa, llena de virtudes y conciencia social, quizá nos guste creer esto y hacer un acto de gimnasia mental para contentarnos. Algunos otros no, a ellos me dirijo para presentarles nuevamente lo que fue la Independencia.

Cuando José de San Martín llegó a Perú, no lo hizo por el deseo irrenunciable de libertad, sus objetivos primarios eran desterrar los rezagos del Virreinato que tenían su último reducto de resistencia en Lima. Su finalidad era fundamentalmente económica, las clases dominantes de entonces se encontraban asfixiadas por los tributos que pagaban a la Corona y al no encontrar acuerdo, incrementaron las tensiones.

El Libertador, que es merecedor de una plaza en el Centro Histórico de Lima, entro al Perú por cerros y montañas, esperando encontrar una población dispuesta a colaborar con la causa, lo que encontró es la más grande de las resistencias: la indiferencia. El habitante de estas tierras no abrazaba las ideas de independencia, salvo algunos profesionales egresados de San Marcos, no había un ambiente de convulsión social que preparara las condiciones para su entrada triunfal.

Un desastre publicitario su campaña independentista, tal fue el fracaso, que existe registro de que San Martín envió emisarios a Lima para preguntar a los ciudadanos si querían ser independientes, la respuesta se la pueden imaginar. San Martín desconcertado por la reacción limeña, hizo lo más astuto que un hombre que funge de libertador puede hacer, retirarse. Partió de Lima luego de anunciar rápidamente la independencia en tribunas de baja concurrencia.

Los hechos demuestran que San Martín pidió reunirse con Bolívar para que él continúe la expedición, sabía que sin apoyo de la población se tendría que imponer el nuevo orden a sangre y fuego. Con su partida acabó las poses teatrales y comenzaron las auténticas acciones militares que consolidaron la independencia. Lima es quizá la última ciudad en América que guardaba aprecio a sus verdugos, se podría decir que es el primer caso masivo de síndrome de estocolmo en América.

La Independencia del Perú no significó cambios en la vida de la gente, se cambió una clase dominante por otra, los impuestos continuaron, las crisis económicas perduraron por varios años más, la esclavitud continuó como una institución social. Sobre esto es mejor citar a Heraclio Bonilla, que en su artículo “Mesa Verde: Metáfora y realidad de la Independencia en el Perú” lo resume de la siguiente forma:

"La otra pregunta, y con eso quiero terminar, es: ¿qué significó todo eso? Es decir, ¿cuáles fueron las consecuencias de la independencia? En el corto plazo, no cabe la más mínima duda. Todas las economías, salvo la argentina, ingresaron a una profunda recesión que duró hasta 1850. Se recuperaron con el guano en 1850; con la plata en Bolivia en el último tercio del siglo XIX; con el cacao en el Ecuador en la última década del siglo XIX, etc. Los esclavos fueron reclutados bajo el señuelo de la libertad que nunca se les concedió. Con la población indígena ocurrió lo mismo. Durante esos años, la metáfora utilizada para referirse al estado de la economía peruana era la Venus de Milo. Decían que el Perú era como la Venus de Milo: le faltan dos brazos. Esos brazos son capitales, por una parte, y mano de obra, por otra. No por casualidad, las principales batallas en el interior del país se desarrollaron en los principales centros mineros como Cerro de Pasco. Entonces: ¿la independencia no cambió nada? ¿Todo sigue igual? Sí y no. Lo fundamental siguió siendo lo mismo. Las evidencias son contundentes: exclusión, marginación, una república y un Estado, supuestamente democráticos, reservados para el 1 % de la población. Este es el legado de la independencia."

Sobre esta base celebramos el Bicentenario, tratando de cegarnos respecto a lo evidente, buscando reconfortarnos sobre que podríamos estar peor, mejor es cuidar lo poquito que tenemos a arriesgarlo. El sentimiento nacional era de temor al cambio, pero la pandemia lo cambió todo, la gente cada día con mayor convencimiento reclama cambios estructurales y busca establecer un nuevo pacto social para expulsar de una vez y para siempre, los grandes lastres sociales.

Si hay algo que celebrar, es el porvenir, el desafío que tenemos los peruanos de construir una sociedad más justa, equitativa y plural, que reúna las diversas culturas en un solo sentimiento nacional, que recupere sus recursos naturales, que establezca nuevas formas de convivencia, en la cual destaco la solidaridad. Veámonos como iguales, sintamos el dolor de otros como propio, bajo estos cimientos edifiquemos la Nueva República. El Edificio República.

¡Felices Fiestas Patrias!



Escrito por

Marco Jeanpaul Apaza Gonzales

Laboralista de la UPC. Columnista de PoliTeknik International. Dirigente de la FEP.


Publicado en

Edificio República

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